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¿CÓMO REALIZAR LA RECRÍA CORRECTAMENTE EN VACAS NODRIZAS? II: IMPORTANCIA DE LOS PARTOS

Uno de los momentos más tensos y desagradables que se pueden vivir en una ganadería de vacas nodrizas es cuando descubrimos que nos hemos equivocado al elegir el semental para nuestras novillas. Estamos ante el tercer parto de la temporada de una novilla primeriza y nuevamente el ternero es tan grande que el parto va a ser un problemón y es posible que acabe en cesárea, como los dos anteriores. Y lo que nos viene a la cabeza no es sólo cómo vamos a solucionar ese parto, sino que empezamos a sentir terror porque las otras quince del lote están cubiertas por el mismo toro. Esta situación lamentablemente se da con demasiada frecuencia en las granjas de nodrizas, y lo cierto es que no hay ninguna razón para que siga produciendo hoy en día.

Cuando compramos o criamos un toro para monta natural tenemos pocos datos para saber si va a ser “fácil parto” o si por el contrario va a ser una fuente de distocias. Podemos estudiar los datos de su familia, pero nunca estaremos seguros de su carga genética hasta que tengamos los primeros partos. Por suerte, tenemos una herramienta a nuestra disposición que sirve para disminuir ese riesgo: la inseminación artificial.

Criterios para seleccionar correctamente al semental

Los valores de “fácil parto” son desviaciones estadísticas sobre la media de los animales de la población de referencia de la raza que sea

La primera y más efectiva estrategia es utilizar toros de razas que suelen dar crías pequeñas. En las granjas con vacas cruzadas inseminar a las novillas con toros avileños o retintos va a ser una garantía de que los partos van a ser fáciles. Además, las hembras nacidas pueden quedar como madres para cruzar con toros cárnicos y aprovechar el vigor híbrido. Lamentablemente los machos tendrán menos valor porque serán clasificados como “2ª” o incluso “ternero del país”.

Si elegimos una raza más cárnica deberemos fijarnos en el carácter “facilidad de parto” (en francés “IfNais” y en inglés “calving easy”). Suele puntuarse tomando como centro el valor 100 que recordemos que es la media para la raza. Por encima de 100 será un toro mejor que la media de la raza, y por debajo de 100 peor que la media
para ese determinado carácter o índice genético. Algunos índices como el TPI de la raza Frisona usan escalas distintas: cuanto más bajo sea el valor más fácil parto. Para calcular este índice se tienen en cuenta varios factores: peso y tamaño al nacimiento, duración de la gestación, anchura entre escápulas y de cadera, etc., y en definitiva el número de partos distócicos que genera ese toro.

Además del valor numérico tenemos que observar la fiabilidad. Su valor depende de la cantidad de datos que tengamos. Así un toro que tenga una fiabilidad del 30 % conlleva más riesgo de error; en cambio, uno que tenga un 95% va a dar unos frutos mucho más previsibles.

La garantía total no existe

Es importante ser realistas porque no siempre tendremos éxito. En primer lugar, porque el toro aporta el 50 % de los genes del ternero y la madre el otro 50. En segundo lugar, porque a veces la distocia por desproporción entre tamaño de cría y madre no se debe al ternero sino a la anatomía y desarrollo de la vaca. Y, en tercer lugar, porque los valores de “fácil parto” son desviaciones estadísticas sobre la media de los animales de la población de referencia de la raza que sea. Un toro con valores más altos estará en un percentil superior para ese determinado carácter, y eso hará que el porcentaje de partos problemáticos disminuya. Pero no debemos olvidar que estamos hablando de probabilidades y porcentajes. No existe una garantía total.