Efectos a largo plazo de la nutrición en la recría del vacuno de leche
Las terneras recién nacidas son los animales de cualquier explotación con un buen programa de mejora genética que mayor valor tienen. Pero, además de asegurar y contribuir a la mejora de la genética de la explotación en el futuro, las terneras recién nacidas serán madres de otras terneras que:
- producirán más leche
- serán más longevas, y
- se reproducirán mejor que las terneras nacidas de las vacas adultas durante el mismo periodo.
¿Cómo influye la alimentación en los recién nacidos?
El trabajo pionero de McCance (1962) en ratones muestra la importancia que ejerce la nutrición durante las primeras semanas tras el nacimiento sobre la evolución fenotípica futura de los mamíferos. En concreto, McCance (1962) tomó dos grupos de ratones recién nacidos: a una mitad los alimentó de forma normal; y a la otra mitad les restringió el aporte de nutrientes durante las tres primeras semanas de vida, y luego los pasó a la misma dieta que la del grupo control.
Como se muestra en la Figura 1A, los ratones que fueron restringidos durante las tres primeras semanas de vida, aún a pesar de estar bien alimentados (y con la misma ración que la de sus hermanos), a partir de la cuarta semana jamás alcanzaron el mismo peso vivo que el resto de individuos de la camada que fueron alimentados de forma normal durante las tres primeras semanas de vida. Es decir, la alimentación de los primeros 21 días ejerció un efecto a largo plazo que comprometió la capacidad de los ratones a expresar su potencial genético. Sin embargo, la misma restricción nutritiva aplicada a las doce semanas de vida resultó en una pérdida de peso temporal, que se recuperó sin dejar secuelas cuando los ratones volvieron a la dieta control (Figura 1B).
Este elegante estudio demuestra la importancia de una correcta alimentación de los mamíferos recién nacidos.
Figura 1. Evolución del peso vivo de ratones en función del plano de alimentación recibido durante las tres primeras semanas de vida (A) o bien ente las ocho y las doce semanas de vida (B).
A)
B)
Apliquémoslo a nuestras vacas
La práctica habitual de la industria es limitar el aporte de nutrientes de las terneras bajo tres argumentos:
- la leche o el lactorremplazante es caro,
- hay que fomentar el consumo de sólidos, y
- excesiva leche o lactorremplazante ocasiona diarreas.
Está restricción es irónica y sorprendente, pues la vaca, de forma natural, produce grandes volúmenes de leche para asegurar una buena nutrición de su cría, lo cual indica que la cría está ‘diseñada’ para ingerir copiosas cantidades de leche. Pero, además, los argumentos que se usan no son del todo correctos. De hecho, alimentar con grandes volúmenes de leche suele resultar en un coste inferior de la novilla al primer parto (es más barato poner un kilo de peso vivo al principio de la vida que hacerlo a edades más avanzadas – ya veremos este tema más adelante en el blog-). Por otro lado, con un buen programa de alimentación sólida no es complicado alcanzar consumos superiores a los 2 kg/d a los 56-63 días de edad (cuando los animales se podrían destetar). Finalmente, la percepción de que grandes volúmenes ocasionan más diarrea va ligado a la falta de diferenciación entre diarrea infecciosa y diarrea mecánica (fruto de un mayor ritmo de paso asociado a un mayor consumo), y a un mal protocolo de limpieza (niveles higiénicos insuficientes).
Por cada 100 g/d de ganancia adicional durante los dos primeros meses de vida, se puede esperar unos 225 kg más de leche en la primera lactación.
Como mencionaba en mi post anterior (“La recría es una asignatura pendiente y una gran oportunidad”, publicado el 7 de junio de 2016), existe la evidencia en el vacuno lechero de que crecimientos acelerados durante los dos primeros meses de vida resultan en aumentos de producción en la primera lactación (Bach and Ahedo, 2008; Bach, 2012; Soberon et al., 2012).
Es importante recalcar que la asociación entre producción y crecimiento es independiente del origen de los nutrientes (leche o starter). De hecho, Heinrichs and Heinrichs, (2011) reportaron una asociación positiva entre la producción de leche en la primera lactación y el consumo de starter.
Figura 2. Relación entre el crecimiento (g/d) durante los primeros meses de vida y la producción de leche (kg) durante la primera lactación
En el 2008, Bach and Ahedo (2008) establecieron que por cada 100 g/d de ganancia adicional durante los dos primeros meses de vida, se podía esperar (de media) unos 225 kg más de leche en la primera lactación (Figura 1). Esta cifra fue luego corroborada por Bach (2012) en un meta-análisis, y más recientemente por otro meta-análisis realizado por la Universidad de Pennsylvania (Gelsinger et al., 2016), que además enfatiza que esta respuesta es independiente del origen de los nutrientes (leche o starter) que sostienen el crecimiento.
Pero, ¿cómo podemos conseguir esta mayor ganancia en nuestras vacas? Lo descubriremos en mi próximo post.