Manejo, Nutrición, Sergio Calsamiglia
Mitos y realidades sobre la calidad del calostro
Un buen programa de encalostramiento garantiza la transferencia pasiva de inmunidad, y mejora sustancialmente la supervivencia de las terneras. El éxito depende de la calidad, la cantidad y el momento de administración del calostro.
En este post comentaremos los factores maternos que pueden afectar a la calidad del calostro, y los mitos y realidades con respecto a las prácticas de manejo.
Aunque se han sugerido muchos protocolos de manejo para gestionar la calidad del calostro, la elevada variabilidad individual requiere su medición regular.
- El calostro alcanza la máxima calidad en el momento del parto, y disminuye a medida que se diluye por la producción de leche postparto.
- La pérdida de leche o el ordeño pre-parto “drena” IgG de la glándula mamaria y reduce su calidad.
- La cantidad de calostro producido en el ordeño inmediatamente posterior al parto no afecta a la concentración de IgG (Maunsell et al., 1999; Baumrucker et al., 2010).
- No existe un efecto raza respecto a la calidad del calostro (Morrill et al., 2012).
- No es cierto que exista una relación entre el tamaño de la glándula mamaria y la producción de calostro (Baumrucker et al., 2010).
- Los secados con duración inferior a los 21 días reducen la calidad del calostro (Rastani et al., 2005).
- El perfil protector del calostro depende de la exposición materna a los agentes patógenos que afectan a las terneras. Por eso, la calidad inmunológica es mejor en las madres de una misma explotación o aquellas adecuadamente vacunadas frente a E.coli, coronavirus y rotavirus.
- Las vacunaciones frente a E.coli, rotavirus o coronavirus debe realizarse con suficiente antelación para que las IgG estén en su nivel más elevado en las 2-3 últimas semanas de gestación.
- Aunque la mastitis subclínica crónica en el período seco reduce el volumen de calostro producido, no afecta a la concentración de IgG. Por el contrario, la calidad del calostro se ve muy afectada en caso de mastitis clínica (Maunsell et al., 1999).
- No hay evidencia de que la alimentación, dentro de las raciones típicas y normales, afecte a la cantidad y a la calidad del calostro producido, incluso en raciones que se desvían sustancialmente de las recomendaciones del NRC (Richards et al, 2009; Santos et al., 2000). Sólo las limitaciones de Selenio y algunas vitaminas resultan en una reducción de calostro y de la concentración de IgG (Lacetera et al., 1996).
- El estrés por calor puede reducir la concentración de IgG en el calostro (Nardone et al., 1997).
- El fotoperiodo durante el periodo seco no afecta a la concentración de IgG del calostro (Morin et al., 2010).
En cualquier caso, la variabilidad individual es suficientemente grande como para requerir la medición de la calidad del calostro.